La construcción de infraestructuras desencadena una serie de impactos, directos e indirectos o inducidos, positivos y negativos. Puesto que una nueva infraestructura modifica el espacio donde se desarrollan las actividades económicas y las formas de vida y, en consecuencia, afecta profundamente tanto el marco como los hábitos de la sociedad afectada. Con ello se inicia un proceso de transformación más o menos dinámica. Pero siempre irreversible.
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